GARITAS
BLOG de relatos, cuentos y poesía.
Chispa
El camino de la tarde
“En lo sonoro la luz se verifica
las vocales se inundan, el llanto cae en pétalos,
un viento de sonido como una ola retumba,
brilla y peces de frío y elástico la habitan.”
Pablo Neruda
“El día es radiante
Ha trascurrido la clara mañana
Y nos acercamos al mediodía;
El propio sol llameante ciñe
Todo lo que parece más querido y especial.”
Ray Bradbury
“La tarde mira al agua,
azul,
el agua es toda la tarde
azul.”
Juan L. Ortiz
“En la bóveda de la tarde cada pájaro es un
punto del recuerdo”
Julio Cortázar
El Camino de la Tarde
(2000-2007)
Comienzo
Atravesando
la cabellera del camino
el día cierra sus alas.
Los alambrados
van tristes de serlo.
Se pierde mi vista azul.
El día calla.
He dado el primer paso.
La luz se viste de rojo.
Un tren sigue su camino de acero:
Y la primer huella de la tarde
late en mí corazón solo.
La casa
La casa está vacía.
Tiene bondad y nostalgia
una dulce caricia
y un silencio de canela.
La pava, aún tibia el agua.
Su ventana, aún mira la memoria
Llena de pájaros.
A través del patio
Donde moran los pasos perdidos
como besos mudos del suelo.
Donde la lluvia, jaula de vidrio,
encierra pájaros y ventanas
que se abren dentro de mi.
Donde el alba se arrodilla
para morir en la boca cerrada del mundo.
Donde fui otro mojando mis pies
en la luz que nacía…
allí me senté a esperar tu vuelta
de la otra orilla que no crucé
y por los puentes, aromas del jardín,
te vi llegar de muy lejos,
atravesando aquel patio suspendido
que hay dentro de ese niño que fui.
El alma
La mañana tiene mermelada.
La tarde olla-ciruelas tierna y melancólica.
Las manos son de pan y mediodía.
Crepitan en la madera lo perdurable.
El horno-locomotora con bizcochuelo
transita en aromas el camino de la tarde.
La casa es una nave blanca
que mamá conduce hacia un sueño
de campos amarillos,
fotos diásporas y cintas naranjas.
Papas de la lluvia
La lluvia trae olor a papas
listas para vibrar
en la sangre amarilla
de un girasol hirviendo.
Ellas se dividen
llorando gotas de tormenta
Desarraigadas papas
de su tierra lejos.
Despojadas de su piel
lloran tristezas fritas de la lluvia.
Ada
Mamá riega las flores del jardín.
Se vuelve fuente de yeso, blanca,
Quieta paloma de agua.
Su bendición es para la tierra
y ella, grave y húmeda le responde
con un murmullo suave de césped.
Dios también se acerca a beber.
La paciencia moja las ramas del día.
Lluvia de las tuberías canta
y todo, todo es más hondo, más luz, más río.
Todo es Transparente dulce y más humano.
Para Mamá
El taller de la tarde
La tarde arma su taller
con misterio y aire.
Alza bastidores de horizonte.
Callada se posa
en el alma frágil
de todas las cosas.
La tarde trabaja en el recuerdo.
Despierta en los álamos.
Suelta caballos de trementina.
Luego cava un horizonte
por donde sopla,
Todo el dolor del mundo.
Árbol
Un gorrión entumecido
despierta la voz.
Visita mi árbol talado
en su costado con sol:
el rinconcito
que siempre te guardo quieto
Yo espero en silencio.
Blanda y dulce luz, la memoria
anida en mi rincón de sombra.
Y un pensamiento
come el pan de mi frente.
La nave de Mario
En los campos rueda su alma.
Su nave de lata golpea los destinos.
Remonta las rutas en trazos de cielo azul.
La memoria llama a sus huesos
que quieren descansar.
Pero hay siempre, una última aventura.
La nave de Mario humea, se queja,
lucha en su destartalado pliegue con farol y destino.
A un costado de la ruta
en la cintura del horizonte,
Le nace a Mario, una nostalgia
de adormecidos arados.
Sus manos callan como un martillo.
Para mi abuelo mario
Pasos
Tus amplios pasos
como patios
de cuando yo era niño,
en el tiempo
han dejado su pesadez.
Ha nevado en tu pelo
con la paz
que sólo trae el invierno,
y tus pies en la luna-palangana
son las cenizas del amanecer
Los gallos de tu mirada
aún cantan antes que mi reloj
y tu pensamiento,
camino de piedras
avanza con amplios pasos de sol.
Para Tony
Medidas
Medí tu sonrisa
con árboles y arena,
vieja nostalgia del mundo
que huele antes de la lluvia
Medí tu ausencia
con cielo y llanura,
tímida lagrima de estrella,
caricia liviana de relojes.
Medí hacia dentro,
piedra tirada al río.
Camino de criaturas pequeñas
entrando en la madera.
Tu boca mide tardes y lluvia.
El recuerdo, la piel
tienen la medida del mar:
Navíos blancos silenciosos bajo la luna?
Música
La música es azul
confusa distracción de la tarde.
Es lluvia que me dijiste,
es un adiós que me tatuaste
en un beso mojado.
Concierto
Bajo el concierto de la tarde
en la atmósfera se dibujan rayuelas
que nadie juega ni Salta.
En el balcón de la memoria
todas las cosas
se preparan, se inclinan para llorar.
Desde aquí las casas duermen
como tortugas solas y verdes
bajo la delgada cristalería de la luna.
Solo
Me quedé con la duda a cuestas.
Morí junto a la noche muda.
Guardé el desaliento
de no haber podido hacer
que deslices tus ojos por mi ventana.
Pensé demasiado tantas cosas.
Besé botellas y cigarrillos en mi lugar quieto.
Te vi sonreír con la mirada en otro lado.
La noche me dejó en su costado
con vagones llenos de humo.
Luego te dejé llena de otros sueños
en la puerta de tu casa
y me quedé con la brisa
de la madrugada entrando en el día.
Sentí que me quedaba solo
otra vez solo,
llevando mis pies por este mundo.
Vamos cantando
Vamos cantándole al fuego
que entra en la noche:
Oscuro lazo que no hizo a los dos
Vamos sin mundo
porque el nuestro es más bello
y lo hicimos con nuestra voz
Vamos entrando en la noche
porque el día es mañana
y no habrá más luz que nos duela
Vamos cantando de oscuro vino
copa que llora y nos abriga
Vamos resistiendo a la muerte
en el barco de tu guitarra,
nocturno pájaro de fuego.
Nuestra canción, tiene la afonía del alba.
Para Franco
Disparo
Corazón de tótem agazapado.
Galope de tierra lejos.
Palpitan piedras dormidas
en el fondo de tu arrollo quieto.
Tu abrazo es de fusiles enterrados.
La sonrisa duda en escaparse al aire
y tu sombra va con un cóndor en circulo
El cielo besará pies descalzos
el día que desentierren
gatillos y un corazón halado.
Al Chino y su país Bolivia
Mis hermanos
Mis hermanos cantan
con distinta voz,
pero ellos se visten
con el mismo día
que yo sueño cantando.
Para Sabrían, Franco y Luca
Lluvia
Callada de gotas
Las nubes rotas lloran
y sueltan los collares de la lluvia.
Manojo de estrellas muertas.
Galería de burbujas
avanza el cielo lleno de rayos.
Es el camino de la tormenta
su catedral de cuarzo sumergida
y su concierto sin orillas.
En ella la gruta de los peces
dispara flechas translucidas
que indican el largo camino del olvido.
Peine de tiempo
Peina distancias
y hay cuerdas en el horizonte.
En el mate se asienta
un alba dudosa de nomeolvides
En la mesa marrón
el vino se desangra
con mirada de caracol dormido
y una piedra en la orilla del cielo canta.
Acaricia ausencias
de hombres callados
como pájaros dormidos
que crecen en la nostalgia
como estatuas dando gritos
Peina distancias.
Y en las clavijas de la noche
algo se desordena.
Peina distancias pañuelos,
manos brazos gotas sangre guitarra.
Paraíso
Le crecieron países de las manos.
Arados cayeron de sus pies.
Soñó con un cigarro armado
en la boca de sus dedos.
Cantó noches enteras
y se hizo vieja su canción.
Calló con el día a cuestas
cavó terrible el mes de agosto
trajo su pañuelo de tierra a la frente.
Bajó de los barcos.
Subió a los cielos.
Café
Mi café ya tiene el frío del mundo.
La lluvia canta cosas que perdí.
Tiritan en la ventana
palabras que no te dije.
Camiones pasan por la ruta
rompiendo la grave muralla
de la tormenta.
Misterio
Un acorde habita en el aire
no tiene futuro, salvo mariposas.
Algo oculta la sombra de un árbol.
Algo de nosotros no evitó la muerte.
La tarde agita pañuelos inconclusos.
Flores componen un coro silencioso.
Besos sin retorno, notas se chocan por ahí
¿quién las juntará en una melodía?
La tarde se inclina leve, me ignora,
bebe del arroyo de los ojos del cielo muerto
y en su muerte que devora
el aire, mis ojos... tu boca
todo.
Arte de no morir
Con las notas que caen de tus pasos
y las palabras que van tomando
la forma de las cosas más soñadas,
esbozadas en tantas noches…
vos llegas a mí
cansada como la tarde
con su lomo extenso cubriendo los días.
Cruzas la calle,
el portón que dejo abierto para vos.
Pasas el pino que canta…
y entras por la puerta, por la ventana…
entras como el sol en la casa
y te sentás a tomar mate, y reís
y yo te cuento mis cosas
y hablamos de una canción y de otra
y las horas, se vuelven días-noches sin tiempo:
el instante mismo en el que nunca quise morir.
Para Nadia
Después de la lluvia
El día seca los manteles de mi abuela,
su brisa viaja llena de criaturas luminosas.
Un pececito rojo gira en una palangana rota
los ojos de un gato giran con el pez
la pollera del viento rosa mi frente
los broches danzan en su equilibrio relativo.
Que barco extraño…
este día después de la lluvia.
Mi estatua
Hice una estatua con mi silencio.
Ella está, siempre pensando en nada.
Cuando llueve se llena de memoria
Como una ruina olvidada de progresos.
Ayer la puse con su imagen sentada
en el jardín de mis abuelos
para que asuste a los gatos
que mean en la puerta.
Pero ella está en otra cosa,
no sé… ahora…
un pájaro canta en su cabeza.
Los juegos de la tarde
Los chicos no duermen la siesta.
Cuando los grandes duermen
ellos juegan bajo la tarde.
El peligro duerme inocente
en la sombra de un limonero.
El sonido de sus juegos
entra apenas
por el viejo oído de la casa
y por su ventana...
entra apenas un hilo de sol.
Cuando los grandes se levantan
empiezan a cantar las pavas,
el mate cocido y el pan
se sientan en la mesa.
Entonces los chicos abandonan
los juegos de la tarde.
Y un desvencijado ventilador
gira su polea loca de alambre y tierra,
llamando, lentamente,
a la brisa de la noche.
Río
Dormida. Suave, callada, húmeda.
En el sueño, su boca junta estrellas.
Se acuesta en una de sus cejas una flor.
Las torres blancas de sus hombros
se alzan de la espalda de su león recostado
como una playa dormida en su bestia.
Pájaro que duerme en la noche de un árbol,
silueta de luna menguante,
piedra blanca en el fondo de un lago.
Yo veo tu belleza que no sabes
El tiempo que trascurre en tu superficie.
Yo pienso y ella sueña que es un río,
el alma de un río, cuando duerme a mi lado.
Yo mojo la palma translucida de mis ojos
en su camino de lluvia, que dulce y definitiva
me olvida.
Cenizas
El sol muerde talones.
Trepa a las terrazas
amenaza mi nuca
Yo le doy la espalda
corro como puedo
sobre las dos miserias
que me dejó la noche
La brasa del sol
dobla las esquinas
y me da en la cara
me larga sus pájaros
que picotean
mi corazón aturdido
Ya voy murciélago apenas
a colgarme de una percha
La luz desnuda mi destino.
Tengo miedo a las cenizas.
Mundo
Enmudecí juntando grillos.
Te perdí con la noche.
Esperé desvelado
la inevitable luz del día.
Fantasma
Pedalea esqueleto
la bicicleta del verano.
Ladran perros tus talones,
fantasma de dos ruedas
que desaparece y dobla
en las esquinas de la tarde-noche.
Pedal loco, sopla-tierra.
Nadie te ve silbar.
Pero yo sé que pasas
tirando piedras a los techos
puteando viejas
que te mandan a trabajar.
Viejo pájaro quemado,
siempre vas y te sentas
en ese bar lleno
de viejos amigos viejos
que ya no están.
El sauce
“Había una vez, un sauce en la casa de un querido amigo, en el que nos sentábamos a tomar mate y a escuchar música. Cuando a veces cesaba la conversación, después de un largo tiempo de estar allí, era inevitable dormirse por un instante, bajo la marea dulce de aquél sauce que siempre estaba cantando.”
El sauce es lluvia detenida.
Es fuente, caracol roto de Gaudí.
Debajo de él hay un lamento,
una lenta paciencia inclinada
a un arroyo de espejos rotos.
Yo duermo bajo su sombrero decaído
bajo su pensamiento amarillo.
El sauce tiene el sueño de volar,
cruje en la piel de su río seco,
y como un pájaro que nace de la tierra
nace su vuelo sombrío.
El sauce canta en su río vertical, quieto.
Sus navíos de hojas nuevas
surcan la memoria verde del árbol
y refresca las esperanzas
que se detienen debajo de él.
Extraña oración la del árbol
que nace y muere a la vez
desde su corazón, viejo molino
lleno de pájaros.
Él siente el estallido de la semilla
el castillo de las hormigas
en los parpados serrados de la tierra.
Él es un autentico puente
entre la tierra y el cielo.
Es la garganta melancólica del mundo.
Ayer fuimos niños, y el viejo sauce ya estaba allí
como un antiguo túnel que respira
edificando los andamios de los días
de los otoños, detrás de los inviernos
y anunciando los veranos inolvidables
de nuestra juventud.
Yo tuve un sueño, ayer, bajo sus recuerdos
más viejos que los míos.
Yo tuve un sueño, y el sauce gigante y tierno
con el viento lo cuidaba, y lo dormía.
La mano
“Una vez me caí del tren, y en el hospital pensé esto sobre la mano que me dolía mucho, después entré en el quirófano y mi muñeca nunca más giró igual”
La mano alza
como triunfo al hombre.
Todo lo que ella toca
halla su nombre
su color, su forma.
Ella crea las cosas a su medida.
Para ella son las puertas,
los bastones, las herramientas
los gatillos, las palancas.
Con ella se alzan trofeos.
Se derriban muros.
Su caricia es tan preciada.
Hay un botón rojo para su dedo.
Sus falanges son andamios
por donde trepan las ideas
que caen a la realidad, a la carne.
Mi mano sonríe cuando entra en tu pelo
cuando se muja en la oscuridad de tu boca.
Tu mano anda desnuda, callada por el mundo.
El hombre la traiciona:
Crea esposas y cadenas.
No todas las manos son iguales.
Hay manos inútiles
manos en bolsillos, debajo de axilas secas
hay manos que sueñan,
transpiran sucias de tierra y mundo.
La mano le cuenta a las hojas
a la madera, a la piel,
danza con las cosas
como un pez en el mar.
Ella respira como un árbol,
se abre como una rosa.
La mano late como un corazón
en su armadura roja como un guante
o pecado en su dulce piel de manzana.
El pasado está lleno de manos.
La mano es medida
la mano es ritmo
la mano es historia
la mano mira, piensa
el mundo es una mano que busca otra mano,
y la mía, con golpe de tren
triste, busca la tuya, perdida, callada, desnuda
que me abrace, que me sostenga,
que me junte de este triste suelo.
La mano se abre con el día, el día se alza lleno de manos
las manos se unen y deciden porque no todas son iguales:
Hay manos inútiles, hay manos asesinas
hay manos que pueden cambiar el mundo.
Caramelos
Tenés toboganes en la voz
y hamacas en tu pollera.
Los dos caramelos de tu mirada
Serán para mi boca?
Tus dedos bailan
en el último cigarrillo
de nuestra noche rota
Tenés una paloma dormida en la panza
un salto detenido de tobillo y mariposa.
Quiero cuando te reís
ese ratoncito blanco
que tiembla en tu boca
Quiero también tu dolor
para sembrarlo con nuevas estrellas
haciendo vibrar un beso lleno de besos
cargando de lluvia el cielo
soplando en tus manos una mañana
acariciando en tus ojos navíos lejos
hechos de luna y amaranto.
Ballena
Una ballena azul
se zambulle en el aire.
Va llena de caminos,
heridas que nadie transita
salvo la tarde
Su llanto es lejos y llueve:
aguda cuerda que tira
desde otro cielo hondo
de donde emerge
La ballena azul
mira con su ojo
al barco de mi esperanza.
Sabe que no la quiero par mí
sabe que amo inevitable
su enorme tristeza de puerto.
Ella nace. Bebe. Muere de mis palabras.
La última tarde
No te nombro,
porque ya sabes.
La tarde se termina.
Y soy más viejo.
Otros chicos juegan
nuevos juegos.
(El viento dice lo que siento)
No te nombro.
Te callo,
te guardo dentro de mí.
Tengo mi boleto de vuelta.
(El cielo va tomando nuevas formas)
El tiempo arma su bolso,
donde va mi corazón, vivo.
Cansado.
FIN